El hombre Light
Las dos notas
peculiares son el hedonismo y el consumismo que deslizan al hombre hacia una
decadencia moral. El primero es la ley del placer por encima de todo. El
segundo es gastar, comprar y tener; se lo vive como una nueva experiencia de
libertad. Lo importante es lo que opina la mayoría.
La permisividad es
no prohibirse nada, atreverse a todo, alcanzar la muerte de los ideales. El
hombre vive rebajado a nivel de objeto, dirigido por la publicidad, tiranizado
frente a los estímulos deslumbrantes y artificiales; no poseer algo lo hace
infeliz. Vive en una neutralidad sin compromiso, con una tolerancia hacia sí
mismo ilimitada. No le preocupa la justicia ni los temas existenciales sobre la
vida o la muerte; cada vez más vulnerable, se hunde en el vacío.
Es necesario
cambiar el rumbo, saber que lo material no colma las aspiraciones ni llena el
espíritu. Es una sociedad desorientada, desengañada, escéptica, utilitaria que
va a la deriva y a un cierto galope que lo deshumaniza.
A fin del S XX y a principio
del XXI existe una gran confusión, un cierto desconcierto y desorden, una
inversión de valores que trae graves consecuencias; la droga, la separación de
las parejas, los adictos al trabajo, al dinero, al éxito profesional. La
información predomina sobre la cultura y los valores. El hombre Light tiene una
curiosidad insaciable, aunque mal dirigida; quiere saber sobre todo pero
meramente superficial. Siente un placer sin alegría, junto a un cinismo
práctico, atrincherado en su propio individualismo; todo es negociable y todo
fin justifica los medios.
Lo permisivo
significa que no existen territorios vedados ni impedimento alguno, todo
rodeado de una indiferencia, una insensibilidad gélida y despasionada, sin
referentes ni puntos de apoyo, como una brújula que ha perdido el rumbo. El
nihilismo predomina, dejando un ser pesimista que nada profundiza, con una
cierta melancolía que no apunta a ninguna dirección, como no sea el consumismo
y el liberalismo. El confort es la única meta.
El hombre Light abunda en los niveles
socio-económicos altos de Occidente, con una ausencia total de cultura, si
exceptuamos la información. Los temas profundos se omitenEL HOMBRE LIGHT. El tema
predominante es el económico; ser rico es la mayor carta de presentación.
Busca una pareja
sin compromiso: la gran preocupación es el físico, el peso, estar en forma y recurre a múltiples cirugías estéticas sin
necesitarlo. Tiene como primera diversión el zapping, los jueguitos, el celular
y todos los otros artefactos electrónicos
para comunicarse sin decir nada: la curiosidad saciada en revistas con muchas
fotos sensacionalistas y escaso texto. Es un exceso de actividades que no
conduce a ninguna parte, con una pérdida de sentido a causa de ese ritmo vertiginoso,
que roza el agotamiento en un equilibrio inestable, casi acrobático; gesta un
individuo desconcertado, abrumado por tanta noticia negativa, incapaz de llegar
a una síntesis.
No hay lugar para
las pasiones fuertes y sí una gran incapacidad para un amor
comprometido.
Se debe regresar a
los intereses perdidos; disfrutar de ciertos valores herrumbrados y
desconectarse de la realidad. El saber lo consideran para una elite pasada de moda. El hombre
necesita regresar a su equilibrio, bucear el interior para alcanzar la
verdadera libertad y un amor comprometido.
La vida está tejida
de aciertos y errores; este hombre moderno no tienen tiempo
ni perseverancia y, junto al fracaso, nace el desaliento de volver a
intentarlo.
Madurar es sentirse
íntegro, sólido, con un criterio amplio. Sin una respuesta a tantos
interrogantes, se vive en una constante perplejidad. La vida no se improvisa
sino que se programa.
La felicidad es un conjunto de pequeñas
ilusiones hechas realidad; el amor, el trabajo la cultura y los valores salvarían al
individuo de su decadencia pues ser Light es una fuga de sí mismo.
Bibl. Rojas,
Enrique, EL HOMBRE LIGHT ; editorial Planeta, año 1992.