lunes, 5 de octubre de 2009

CARTAS A UN REMOTO MUCHACHO


CARTAS A UN REMOTO MUCHACHO


Cada Creador debe buscar y encontrar su propio instrumento, el que le permita decir realmente su verdad, su visión del mundo. Y, aunque inevitablemente todo arte se construye sobre el arte que los ha precedido, si el creador es genuino, hará lo que el es propio, La moda rige para vestidos y peinados, no para Catedrales o novelas.
Es la obra de Kafka lo que constituye un nuevo lenguaje, no los temas eternos que toca en sus cuentos, sino la forma original con que los ve. Es la totalidad lo que le confiere un sentido nuevo a cada frase y hasta a cada palabra. (...) Es frente a esta Academia de la antiacademia, cuando se necesita quizá recurrir de nuevo a ese coraje, fortaleciéndonos con el recuerdo de los grandes desventurados del arte, como Van Gogh, que sufrió el castigo de la soledad por su rebeldía.

De Brahms se rieron gente semejante a Saint-Beuve,( el mejor crítico de S XIX). Woolf sentenció en el estreno de la IV Sinfonía. "Nunca antes en una otra lo trivial, lo vacuo y engañoso estuvieron presentes. El arte de componer sin ideas ni inspiración ha encontrado en Brahms su digno representante". Mientras el maravilloso Schumann, el desdichado Schumann afirmó que había surgido el músico del siglo. Es que para admirar se necesita grandeza, aunque parezca paradójico. Y por eso tan pocas veces el creador es reconocido por sus contemporáneos; lo hace casi siempre la posteridad o al menos esa especie de posteridad contemporánea, que es el extranjero. ¿En qué banco de la Justicia Universal se pagará a Brahms el dolor que sintió, que inevitablemente hubo de sentir aquella noche en que él mismo tocaba su primer concierto para piano y orquesta, cuando lo silbaron?
Sólo el arte de los otros artistas nos salva en esos momentos, nos consuela. Sólo nos es útil el padecimiento de los seres grandes que nos han precedido en ese calvario. Es entonces, cuando además de talento o genio, se necesita de otros atributos espirituales: el coraje para decir nuestra verdad; la tenacidad para seguir adelante; una curiosa mezcla de fe en lo que se tiene que decir; una combinación de modestia ante los gigantes, una necesidad de afecto y una valentía para estar solo, para rehuir la tentación de los grupitos. En esos instantes de peligro nos ayudará el recuerdo de los que escribieron solos en una selva, como Hemingway, en un pueblito, como Faulkner y, si estamos dispuestos a sufrir, a desgarrarnos, a soportar la mezquinadad y la malevolencia, la incomprensión, el resentimiento y la infinita soledad, entonces estaremos preparados para dar nuestro testimonio. No sé cuándo, en qué momento de desilusión Brahms hizo sonar esas melancólicas trompas que oímos en el primer movimiento de su primera Sinfonía. Quizá no tuve fe en las respuestas, porque tardó trece años para volver sobre la obra, pero aquel llamado de las trompas atravesó los tiempos y de pronto, tú y yo abatidos por la pesadumbre, las oímos y comprendemos que por deber tenemos que responder con algún signo que le indique que lo hemos comprendido.(...)
En el acceso de locura, el alma sufre un proceso similar si no idéntico al que sufre todo hombre en el momento de dormirse; se sale del cuerpo e ingresa en otra realidad, como si estuviera fuera de sí, alienado, enajenado. Esta enajenación puede suscitarse también de modo voluntario. Los místicos y los poetas reconocen que la inspiración puede ser divina o demoníaca. Se logra el éxtasis, salir de su cuerpo, colocarse en la pura eternidad. Es esa muerte de sí a fin de renacer en otra región, liberándose de la cárcel temporal. El poeta, inspirado repite palabras que nunca habría dicho en su sano juicio, describe visiones de sitios sobrenaturales, igual que los místicos. En ese estado el alma posee una percepción distinta a la normal, se borran las fronteras entre el sujeto y el objeto, entre lo real y lo imaginario, entre el pasado y el futuro. Esa descarnación del alma del artista en el momento de su inspiración también explicaría el carácter profético que alcanza en algunos momentos, aunque sea en forma enigmática, simbólica o ambigua de los sueños.
En el sueño y en la inspiración no estamos completamente desencarnados, ya que el instinto de conservación del cuerpo nos preserva con máscaras y símbolos. Los poetas son los que sueñan por los demás; están condenados a revelar los infiernos (...).


EL SEMBRADOR (anónimo español)

En aquel rincón bañado por los fulgores del sol que nuestro cielo triunfante llama; en la florida tierra donde entre flores se deslizó mi infancia dulce y serena, envuelto de recuerdos de mi pasado borroso- como a lo lejos el horizonte- guardo el extraño ejemplo nunca olvidado del sembrador más peculiar que hubo en el Monte.
Aún no sé si era sabio, loco o prudente aquel hombre que humilde traje vestía; sé que al mirarle toda la gente con profundo respeto se descubría, ya que su gesto severo y noble nos asombraba por lo arrogante; hasta los leñadores mirando al roble sienten la majestad de los gigantes.
Una tarde de otoño subí a la sierra y el sembrador sembrando miré risueño; desde que existen hombres sobre la tierra nunca se ha trabajado con tanto empeño.
Quise saber -curioso- lo que aquel hombre sembraba en la montaña sola y bravía. El sembrador oyóme y tiernamente me dijo con honda melancolía: "siempro robles, pinos y sicomoros; quiero llenar de frondas estas laderas; quiero que otros disfruten de los tesoros que darán estas plantas, cuando yo muera".
_Por qué tantos afanes en la jornada sin buscar recompensa?-
Poniendo las manos sobre la asada así me habló; "¿Acaso tú imaginas que me equivoco? Tal vez por ser niño te asombre el soberano impulso que mi alma enciende; por los que no trabajan,trabajo y lucho; si el mundo no lo sabe, Dios me comprende. Hoy es el egoísmo torpe maestro a quien rendimos culto de varios modos. Si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro; nunca pedimos al Cielo pan para todos. Y en la miseria, con ojos fijos, buscamos las riquezas que nos convienen y todo lo arrastramos por nuestros hijos. ¿Es que los otros padres hijos no tienen? Vivimos siendo hermanos sólo de nombre y en las guerras brutales, con sed de lobo, hay siempre una fratricida dentro del hombrey el hombre siempre es un lobo. Por eso, cuando el mundo triste contemplo, yo no me afano y me impongo ruda tarea y sé que vale mucho éste, mi ejemplo, aunque pobre y humilde parezca y sea.
Hay que luchar por todos los que no luchan; hay que pedir por todos los que no imploran, Hay que hacer que hacer que nos oigan los que no escuchan. Hay que luchar por todos los que no lloran, hay que ser como abejas que en la colmena fabrican siempre dulces panales; hay que ser como el agua que va serena brindando al mundo frescos raudales; hay que imitar al viento que siembra en la montaña y en la llanura; hay que vivir la vida sembrando amores con la vista y el alma puesta en la Cima".
Sonrió el hombre y con noble gesto fue trepando por las rocas del Monte y al perderse en lo alto iba diciendo;"Hay que vivir sembrando, siempre sembrando".
EL SILBO DEL DALE de Miguel Hernández 1910-1942

Dale al agua, molino,
hasta nevar el trigo.

Dale a la piedra, agua,
hasta ponerla mansa,

Dale al molino, aire,
hasta lo inacabable.

Dale al aire,cabrero,
hasta que silbe tierno.

Dale al cabrero, monte,
hasta dejarle inmóvil.

Dale al monte, lucero,
hasta que se haga cielo.

Dale, Dios, a mi alma,
hasta perfeccionarla.

Dale que dale, dale,
molino, piedra, aire,

cabrero, monte, astro,
dale que dale largo.

Dale que dale, Dios,
¡Ay! hasta la perfección.
MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO de F G Lorca, 1898-1936

Voces de muerte sonaron
cerca de Guadalquivir.
Voces antiguas que cercan
voz de clavel varonil.
Les clavó sobre las botas
mordiscos de jabalí.
En la lucha daban saltos
jabonados de delfín.
Bañó con sangre enemiga
su corbata carmesí,
pero eran cuatro puñales
y tuvo que sucumbir.
Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca de Guadalquivir.
*
-Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura crin
moreno de verde luna,
voz de clavel varonil:
¿Quién te ha quitado la vida
cerca del Guadalquivir?
-Mis cuatro primos Heredias,
hijos de Benamejí.
Lo que en otros no envidiaban,
ya lo envidiaban en mí.
Zapatos color corintio,
medallones de marfil,
y este cutis amasado
con aceituna y jazmín.
-¡Ay, Antoñito el Camborio,
digno de una Emperatriz!
Acuérdate de la Virgen
porque te vas a morir.
¡Ay, Federico García,
llama la Guardia Civil!
Ya mi talle se ha quebrado
como caña de maíz.
*
Tres golpes de sangre tuvo
y se murió de perfil.
Viva moneda que nunca
se volverá a repetir.
un ángel marchoso pone
su cabeza en un cojín.
Otros de rubor cansados
encendieron un candil.
Y cuando los cuatro primos
llegan a Benamejí,
voces de muerte cesaron
cerca del Guadalquivir.
EL ANGEL de Oliveiro Girondo 1891.1967

¿Surgió de bajo tierra?
¿Se desprendió del cielo?
Estaba entre los ruidos,
herido,
malherido,
inmóvil,
en silencio,
hincado ante la tarde,
ante lo inevitable,
las venas adheridas
al espanto,
al asfalto,
con sus crenchas caídas,
con sus ojos de santo,
todo, todo dsnudo,
casi azul, de tan blanco.

Hablaban de un caballo.
Yo creo que era un ángel.
QUE LÁSTIMA León Felipe S XX

¡Qué lástima que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas de hoy cantan!
¡Qué lastima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que
pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca.
Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la montaña.
Despues... ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
Qué lástima
que yo no tenga una casa,
una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuerdo, una mesa apolillada
y el retrato de mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lastima que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho y la otra mano en el puño de la espada!
Por que...qué voy acantar, si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni un retrato de un abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada
(...)
Despertar Cristina Bosch

Desperté mirando rostros
para volver al sueño.
¿Quién canta allá a lo lejos
donde despertar es imposible?
Algo mío se hundió en la tierra
y seguirá cayendo siempre.
En la palma de mi mano
busco el hueco de mi alma
para vaciar toda la memoria
en mi memoria,
en esa vastedad sin horizontes.
ordeno y cuido lo inefable.
El viento empuja la luz
y ésta oscurece espacios:
Lo inútil del amor me atormenta.
Estalla en mí la pasión
y se aquieta; tengo miedo
de amar nuevamente.
Mi sueño invoca un nombre
y si despierto, me lleno de zozobras.
No quiero que descubra este delirio
donde respira su recuerdo.
Estoy invadida por tinieblas.
Nada mío camina por el mundo;
Exhibo cicatrices transparentes,
silencio que son vanos:
i sombra gime a tientas y lo busca.

Buscaré siempre lo nuestro
donde despertar es imposible.