lunes, 5 de octubre de 2009

EL SEMBRADOR (anónimo español)

En aquel rincón bañado por los fulgores del sol que nuestro cielo triunfante llama; en la florida tierra donde entre flores se deslizó mi infancia dulce y serena, envuelto de recuerdos de mi pasado borroso- como a lo lejos el horizonte- guardo el extraño ejemplo nunca olvidado del sembrador más peculiar que hubo en el Monte.
Aún no sé si era sabio, loco o prudente aquel hombre que humilde traje vestía; sé que al mirarle toda la gente con profundo respeto se descubría, ya que su gesto severo y noble nos asombraba por lo arrogante; hasta los leñadores mirando al roble sienten la majestad de los gigantes.
Una tarde de otoño subí a la sierra y el sembrador sembrando miré risueño; desde que existen hombres sobre la tierra nunca se ha trabajado con tanto empeño.
Quise saber -curioso- lo que aquel hombre sembraba en la montaña sola y bravía. El sembrador oyóme y tiernamente me dijo con honda melancolía: "siempro robles, pinos y sicomoros; quiero llenar de frondas estas laderas; quiero que otros disfruten de los tesoros que darán estas plantas, cuando yo muera".
_Por qué tantos afanes en la jornada sin buscar recompensa?-
Poniendo las manos sobre la asada así me habló; "¿Acaso tú imaginas que me equivoco? Tal vez por ser niño te asombre el soberano impulso que mi alma enciende; por los que no trabajan,trabajo y lucho; si el mundo no lo sabe, Dios me comprende. Hoy es el egoísmo torpe maestro a quien rendimos culto de varios modos. Si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro; nunca pedimos al Cielo pan para todos. Y en la miseria, con ojos fijos, buscamos las riquezas que nos convienen y todo lo arrastramos por nuestros hijos. ¿Es que los otros padres hijos no tienen? Vivimos siendo hermanos sólo de nombre y en las guerras brutales, con sed de lobo, hay siempre una fratricida dentro del hombrey el hombre siempre es un lobo. Por eso, cuando el mundo triste contemplo, yo no me afano y me impongo ruda tarea y sé que vale mucho éste, mi ejemplo, aunque pobre y humilde parezca y sea.
Hay que luchar por todos los que no luchan; hay que pedir por todos los que no imploran, Hay que hacer que hacer que nos oigan los que no escuchan. Hay que luchar por todos los que no lloran, hay que ser como abejas que en la colmena fabrican siempre dulces panales; hay que ser como el agua que va serena brindando al mundo frescos raudales; hay que imitar al viento que siembra en la montaña y en la llanura; hay que vivir la vida sembrando amores con la vista y el alma puesta en la Cima".
Sonrió el hombre y con noble gesto fue trepando por las rocas del Monte y al perderse en lo alto iba diciendo;"Hay que vivir sembrando, siempre sembrando".

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